lunes, 31 de marzo de 2008

"El 'Guernica': Hipótesis iconográfica", por Juan Pablo Muñoz Zielinski



Mirar y ver: no existe un don mayor. Aunque no todos estamos igualmente capacitados para ello.

En 2001, la Real Academia Alfonso X El Sabio le dedicó un homenaje póstumo al ilustre académico y catedrático de Historia de la Lengua Española en la Universidad de Murcia Manuel Muñoz Cortés (Badajoz, 1915-Murcia, 2000), uno de los más reconocidos lingüistas españoles del siglo XX, intelectual consecuente y concienzudo, exquisito crítico literario y, lo que es más importante, un ser humano excepcional que nunca alardeó de su vasta cultura y su privilegiada inteligencia, sino que, antes bien, supo siempre mostrarse a nuestros ojos enormemente cercano, humilde, amable, bromista y coloquial. Su hijo Juan Pablo participó en aquel homenaje con un magnífico y sintético artículo titulado "El Guernica: Hipótesis iconográfica", una lúcida y novedosa interpretación del celebérrimo cuadro de Picasso de la que soy adepto desde que, hace unos meses, en Madrid, durante un descanso en la grabación del último disco de Banda Inaudita, Juan Pablo me regalara, para mi sorpresa, una separata editada por la Academia con el texto de su análisis.

No en vano, Juan Pablo Muñoz Zielinski es, además de compositor, violinista y guitarrista, Licenciado en Historia del Arte. Realizó estudios de composición con Montserrat Bellés y es autor de numerosas bandas sonoras para cine y televisión, con directores como Benito Rabal, Vicente Romero y Pedro de la Sota. Ha intervenido en numerosos espectáculos teatrales de distintos géneros junto a grupos como La Tartana, Dagoll Dagom, Centro Dramático Nacional y Teatro Nacional Clásico, con directores como Fernando Trueba, Adolfo Marsillach y César Oliva; y también ha interpretado violín flamenco durante muchos años para bailaores como Sara Baras, Antonio Canales, Joaquín Cortés y Merche Esmeralda. En el año 2000 fundó, junto a los clarinetistas Laura Villa y Santiago Puente, el grupo Banda Inaudita, que interpreta casi exclusivamente temas compuestos y producidos por él mismo (y aquí he de decir que en su último disco, Canciones Inauditas, en el que he tenido el honor, el placer y la fortuna de colaborar, Juan Pablo se nos ha revelado también como un excelente letrista). Su música es altamente rítmica y profundamente evocadora, con múltiples influencias clásicas, modernas y populares.

Dicho lo cual, aquí os dejo, para que disfrutéis, con su sagaz interpretación simbólica del Guernica.


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El Guernica: Hipótesis iconográfica

Por Juan Pablo Muñoz Zielinski

A mi padre

Desde pequeño me acompaña la imagen de mi padre entre belenes y árboles de Navidad. Él vivía la Idea de la Navidad en un mundo de paz universal, y cultivaba con cariño su afición por todas las manifestaciones plásticas, musicales o literarias que tuvieran que ver con el tema. Cuando llegaban esas fechas todo eran paseos a comprar árbol, figuras de belén, corcho para los montes, musgo e incluso, me parece recordar, en alguna ocasión, panderetas y zambombas. Y luego, a casa, y a montar el belén, juntar la imagen nórdica del Abeto con la mediterránea del Portal de Belén. Y el Oratorio de Navidad de Bach y luego, los Auroros y sus Campanas, y la Misa de Gallo, y el Auto de los Reyes Magos de la pedanía de Churra, y los Villancicos de todo el mundo…

Todas estas cosas las sentía mi padre con intensa emoción y llegó a escribir un encantador cuento de Navidad, El Niño de Nieve, en el que sus hijos éramos los personajes de la historia. Es seguro que todo ello me ha sensibilizado especialmente hacia todo lo relacionado con la iconografía de la Navidad y ha influido en la interpretación que doy del cuadro Guernica de Pablo Picasso a través de la ideas que a continuación expongo.

Este artículo se presenta más bien a modo de ensayo o teoría que como trabajo de investigación estructurado y abundantemente documentado, ya que, por otro lado, ello no es necesario para lo que aquí se va exponer. Creo francamente que hasta ahora nadie ha apuntado en la dirección que voy a hacer, así que brindo estas ideas a todo aquel que desee profundizar en su verosimilitud, aunque es posible que para muchos no pasen de ser más que un cúmulo de curiosas coincidencias.

Bien es cierto que “interpretaciones” del Guernica hay muchas, pero, a la vez, creo que ninguna corroborada concretamente por testimonios del pintor, que siempre se limitó a callar. Todas esas lecturas han incidido siempre en los aspectos simbólicos contenidos en elementos parciales del cuadro tales como el “Desgarro del Toro Ibérico”, el Caballo-Guerra, la destrucción y barbarie de la guerra. Todo ello parece evidente e indiscutible, y, por ejemplo, Picasso en su obra de teatro Las Cuatro Niñitas alude continuamente al concepto de Caballo-Muerte.

Lo que a continuación voy a explicar no se contrapone ni está reñido con nada de lo ya dicho a lo largo de estos años y más bien lo puede reafirmar en una visión completa e integrada de todos los elementos a la vez que los relaciona iconográficamente entre sí.

La idea es simple y se muestra evidente a los ojos de cualquier observador, sea o no lego en la materia, al ver el Guernica de Picasso como representación de una Natividad.

Y todo el conjunto en un espacio interior que bien pudiera representar una cuadra, o, si se quiere, un Portal de Belén.

Si lo vemos así, la carga semántica que contiene este cuadro (símbolo de ideas que definen a una época y a varias generaciones) se multiplica en sus posibilidades y se universaliza.

No hay que olvidar que la idea de la “Muerte de Dios” era un concepto en boga para muchos filósofos de la época en la que fue pintado y Picasso bien pudiera no ser ajeno al tema. El cuadro fue encargado para la exposición de París de 1937, y parece ser que el pintor estaba trabajando en él cuando sucedió el bombardeo. Es posible que ante la impresión que le pudo causar tal acontecimiento “recondujera” su idea utilizando los conocidos bocetos que había ido preparando e integrándolos en una idea como esta.

De esta manera sería aún más feroz la crítica contra unas fuerzas que habían bombardeado una población civil, y premonición de la locura y contradicción en la que incurría una civilización cristiana que se encaminaba a su autodestrucción en la Segunda Guerra Mundial.

Los temas de composiciones religiosas no abundan en la obra de Picasso, exceptuando los de su temprana juventud, pero no se puede dudar de la capacidad del artista en cuanto a su cultura iconológica, aficionado como era a los ejercicios de estilo sobre grandes pintores de diversas épocas. El tema de la Natividad es uno de los más representados en la historia del arte y, con mayor motivo, la pirueta semántica que en este cuadro se pudiera haber desarrollado me parece aún más obvia.

Pero, como decía al comienzo, todo podría no ser más que meras especulaciones o un cúmulo de curiosas casualidades. Que juzgue el espectador.

Aunque no creo que a Picasso se le pudieran haber pasado por alto tantas casualidades.

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El conjunto: una Natividad "bombardeada".


La Virgen con el niño muerto.



San José, hombre descuartizado con el icono popular
"Varita Florecida de San José" a modo de lanza rota.


Buey-Toro.

Asno-Caballo.


Ojo de Dios o, si se quiere, Estrella de Reyes Magos.


La Paloma, Espíritu Santo, casi desapercibida entre el Buey y el Asno.



Pastora adorando incrédula.



Ángel Anunciador, la forma etérea aterrada que irrumpe con un candil a modo de oriflama o filacteria angelical.



Pastor despavorido.



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martes, 18 de marzo de 2008

Los Odres


Don quijote y los cueros de vino, por Gustavo Doré.

Sí, amigos: me han dado un premio de poesía; más concretamente, el accésit del I Premio Internacional de Poesía “Los Odres”, por mi libro La herencia invisible. En la Web de la Fundación López Rejas, que es la empresa que ha convocado y patrocinado el concurso, podéis recabar información. Yo me limitaré a decir que estoy tan contento como sorprendido. Supe por un amigo que mi libro era uno de los 16 finalistas tan sólo unos días antes de que me comunicaran el fallo del Jurado. Sinceramente, supuse que el premio se fallaría más bien pasado el verano y ni siquiera tuve tiempo para seguir el proceso ni de abrigar la más mínima esperanza. Me presenté al concurso el último día de plazo, creo recordar que el 14 de diciembre, ¡y el 22 de abril los libros estarán ya en nuestras manos! Para mí está siendo todo visto y no visto…, y me encanta esta sensación, porque sé de muy buena tinta lo larga que suele ser la espera desde que se culmina un libro y se abren perspectivas para su publicación hasta que finalmente se publica… ¡o no! ¡Pueden pasar siglos!

No voy a extenderme mucho más ahora. Pero no podemos olvidarnos de que este premio cuenta con un ilustre ganador: el cubano Alexis Díaz-Pimienta, poeta, novelista, ensayista, repentista, Director de la Cátedra Experimental de Poesía Improvisada y Subdirector de Desarrollo del Centro Iberoamericano de la Décima y el Verso Improvisado de La Habana, residente en Aguadulce (Almería), gran divulgador de la poesía oral y amigo y colega de los más legendarios troveros de mi tierra. Como comprenderéis, para mí, que soy devoto y practicante de la copla, además de músico al que le gusta improvisar, este hecho hace que se redoble mi alegría por compartir con él un nuevo premio (ambos fuimos galardonados, con cuatro años de diferencia, con el Antonio Oliver Belmás en Cartagena) un nuevo reconocimiento y una nueva andadura editorial. Ya hablaremos de Alexis y de su libro Fiesta de disfraces más detenidamente en este blog, os lo prometo.

Para finalizar, sólo quiero hacer mención a un hecho circunstancial puramente anecdótico. Como sabéis, el libro debía ser presentado bajo lema o bajo pseudónimo, y yo elegí esto último. Para asignarme un nombre, lo tuve fácil. Hay mucha gente que casi siempre se confunde y me llama Esteban, Salvador o Santiago en vez de Sebastián; lo eché a suertes y salió Santiago. Para ponerme un apellido, lo primero que se me ocurrió fue buscar en el DRAE palabras que comenzaran por “mon” –como Mondéjar, claro– e inmediatamente hubo una que me llamó la atención: montantada, que viene de montante y significa “jactancia vana” y, en una segunda acepción, “muchedumbre, excesivo número”. Así que no lo dudé: Santiago Montantada (y no “Montantanda”, como han venido anunciando en los medios). Me hacía gracia pensar que el pseudónimo encerraba un significado oculto; pero ahora descubro que contenía, además, una profecía, ya que Santiago, que viene de San Jacobo, es decir, de Jacob, quiere decir (aparte de yahhcob, “suplantador”, que es el significado que yo le atribuí) sobre todo yakob, que en hebreo no significa otra cosa que “el segundo”. Total, que yo creí presentarme como un “suplantador vano y jactancioso” (lo que no deja de tener 'molla') cuando en realidad lo estaba haciendo como “el segundo de la muchedumbre”.

Así de mágicas y misteriosas son a veces las palabras que uno elige.

Antonio Gómez Ribelles: 'Las lagartijas guardan los teatros' (La Estética del Fracaso, Cartagena, 2021)

  La arqueología de la memoria Aquel largo pasillo desemboca  en una habitación igual a tantas  que no existen [Manuel Padorno] También hici...