lunes, 23 de abril de 2007

Principios




(Micro-relato real)

Paseo por un parque y escucho esta conversación entre un padre y su hijita:
–Vamos, nena, que nos vamos.
–¡No!
–Yo las cosas las digo una vez sólo.
–¿Qué?
–¡Que yo las cosas las digo una vez sólo!

Fotografía: Marta play hide-and-seek, de Massimo Barbieri (conseguida en Wikipedia).

lunes, 16 de abril de 2007

Lección magistral



Micro-relato real (dedicado a José Fábrega "Osselin").

La mayor lección de filosofía de la música que me han dado nunca la recibí en Madrid, a principios de 1980, de labios de un niño que no tenía más de tres o cuatro años. Por aquel entonces yo andaba haciendo el servicio militar. Una tarde me encontraba en un castizo bar del popular barrio de San Bernardo, disfrutando de unas horas de permiso y bebiendo vermú de barril como un poseso en compañía de otros soldados de mi quinta. De repente, observé que a un palmo de la máquina de discos había un niño que escuchaba muy atentamente un tema que a mí me parecía espantoso. No recuerdo quién cantaba, pero llegué a pensar que al pequeño, con su cabecita pegada a la atronadora Juke Box, se le iban a perforar los tímpanos. Me acerqué a él achispado y sonriente, me agaché hasta ponerme a su misma altura y, poniendo un gesto de desagrado, le dije muy paternalmente: “¡Qué fea es esta música! ¿Verdad?”. El niño, sin mirarme, frunció el ceño y se quedó aún más quieto de lo que estaba. Pensé que no me había entendido, así que le repetí el mensaje: “¡Esta música es feísima! ¿Verdad?”. El niño, entonces, acentuó su gesto pensativo y, tras unos interminables segundos, me miró muy serio y me dijo, negando con la cabeza: “No. La música no puede ser fea, porque no tiene cara”.



































Las fotografías 1, 2 y 3 las he bajado de la web Un sitio para el recuerdo (http://www.teacuerdas.com/nostalgia-musica-juk.htm) y fueron realizadas en La Cambra Antigüedades (Elche); la fotografía 4 es obra de Frederic Pasteleurs (pinchad sobre su nombre, que vais a alucinar) y la he conseguido en Wikipedia (edición inglesa).

jueves, 12 de abril de 2007

Autorretrato

Efectivamente: el de la foto soy yo; y no se trata sólo de una muestra de mi humor o mi talante irónico (que también los tengo); es que, verdaderamente, cada parte de mí es cada vez más yo, y su parecido conmigo cada día más asombroso.

* * * * *



domingo, 8 de abril de 2007

Coser y cantar



El sabio azar diseña sus caminos con dedo caprichoso

-EFRAÍN BARTOLOMÉ-


Coser y cantar. fr. fig. y fam. con que se denota que
aquello que se ha de hacer no ofrece dificultad ninguna.


-DICCIONARIO DE LA LENGUA ESPAÑOLA-


¿Qué os decía? A veces nos parece que el azar nos quiere decir algo y que, para ello, no duda en insistirnos. Si anteayer nos trajo, con aquel breve y delicado poema de Emily Dickinson, a esa impecable tejedora de "continentes de luz" y "reinos olvidados" que es la araña, hoy nos trae, en un extenso y profundo poema de Juan Gil-Albert, a la que sería su equivalente en ese complejo mundo de las tareas domésticas.

En efecto: ella también desovillaba el tiempo en su "invisible oficio" -sin duda uno de los más ancestrales de nuestra condición humana- con un "tic infantil, indiferente, mecánico, preciso, sentencioso" tras el que se desgranaba un sueño y una vida.

Coser y cantar... Raras veces dos verbos estuvieron tan unidos.
Coser y cantar... Toda una poética.

Abro al azar Poesía completa, de Juan Gil-Albert, y leo:


LA COSTURERA


Por el hilo se saca el ovillo.
¿Y del ovillo qué? La vida entera
se desgrana cosiendo.

Vino esta mañana,
como todos los lunes: Trinidad.
Y cuanto más vieja,
su labor más joven.

Viste ahora a los niños:
lo menos exigente, lo ligero.
Le dan a retocar alguna prenda
que ha quedado anticuada.
Es como un motivo
de tenerla a comer, y ella lo sabe.

Y por eso se afana.
¡Qué vergüenza!
Si sospechara alguno que ella viene
por no hacer nada,
por rescatar su día nada más.
Poner sus manos trémulas al filo
de su labor. Se mueve su cabeza
con un tic musical. Oye muy poco.
Y mientras les acopla a los pequeños
las piezas rayadillas de diario,
el uniforme viejo,
quiere, además, hacer que no se muevan
sacando a colación alguna historia
que huele a flor marchita. Luego, calla.
Instálase en su silla del rincón
y menuda, enlutada, el pelo blanco,
bajo la luz cosiendo,
parece con su tic la saetilla
de un horario perdido.
Y, sin embargo, fue.

¡Ah, Trinidad! Su nombre no sonaba
a remiendo o pasado.
Tuvo también su historia, que fue un sueño.
Soñó que iba desnuda
por una calle abierta
y que a lo lejos, firme y rumoroso,
relampaguea el mar.
Con paso muelle,
hacia allí se dirige reclamada
por su atracción profunda. Entonces surge,
o no se sabe bien si el mismo mar
toma forma consciente,
un gallardo cual ola desgajada
de aquel rumor oscuro
y a ella viene,
sin que recuerde más de la embestida
que lo que entre dos sueños se nos borra
en el amanecer. Luego, despierta,
reconoce en los rasgos del vecino
al tritón.
Y un grito ahoga, henchida,
su soledad: ¡Casado y con dos hijos!

Los años traen los años.
Se cose y canta.
Se cose y sueña.
Se cose en el silencio.
Se levanta la mano con la aguja,
como para sacudir alguna mosca,
algún ru-run lejano. El cine llega.
Se va a ese resplandor algunas noches
como quien busca un mar...
No se sabe por qué la vida sigue
sin sol ni olas. Cose que te cose.

La consideración suple el vacío
de todo lo que falta.
Un diploma de honor de costurera.
Y este tic infantil, indiferente,
mecánico, preciso, sentencioso.


* * * * *



























Gil-Albert, Juan: Poesía completa
Edición de María Paz Moreno
Valencia, 2004
Editorial Pre-textos, en coedición con el
Instituto Alicantino de Cultura Juan Gil-Albert





Ilustraciones: 1) Velázquez, La costurera (1640); 2) Edwar Hopper, Muchacha cosiendo a máquina (1921-1922); 3) Agustín Lazo, La costurera (1942-1945); 4) Mary Cassat, Mujer cosiendo (1880-1882).

viernes, 6 de abril de 2007

Los reinos olvidados



Abro al azar La soledad sonora, de Emily Dickinson, y leo:


605
La araña una pelota plateada sujeta
en sus imperceptibles manos

y sobre sí danzando suavemente

desovilla su hilado hecho de perlas.


Se aplica, andando en nada,

en invisible oficio.

Sobre nuestro tapiz ella hace el suyo

en la mitad del tiempo.


Majestuosos, traza en una hora

continentes de luz.
Penden de las escobas de las amas de casa

como olvidados reinos.


* * * * *









Dickinson, Emily: La soledad sonora
Selección, prólogo y versión de Lorenzo Oliván
Colección LA CRUZ DEL SURValencia, 2001Editorial Pre-textos






Fotografías:
1) Argiupe aurenti, de Patrick Edwin Moran.
2) Dewy spider web, de Peter "Fir0002".
3) Último retrato de Emily Dickinson, ya vestida de blanco, imagen de autor desconocido y de dominio público (Wikipedia).

jueves, 5 de abril de 2007

"Reserva virtual" para palabras en desuso


Hoy me hago eco de una noticia que ayer dió El País en una de las páginas de su sección de CULTURA y la reproduzco íntegramente:
Una "reserva virtual" garantizará la supervivencia de palabras en extinción

YAIZA GARCÍA, Barcelona
Albérchigo, azogue, chícharo, fililí, morondanga, periclitar o tejeringo. Éstas son algunas de las palabras candidatas a formar parte de la "reserva virtual" para palabras en desuso que la Escuela de Escritores de Madrid y su homónima en el Ateneo de Barcelona están creando y que será accesible para los internautas a partir del 23 de abril.

Esta original forma de celebrar el Día del Libro pretende luchar contra el empobrecimiento de la lengua que se ha acelerado en los últimos años. "El proyecto, que está teniendo una gran participación, pretende rescatar del olvido palabras que se pueden leer en una novela o escuchar a los viejos, pero que ya no utilizan los jóvenes y no aparecen en los medios", explica Pau Pérez, director de la Escuela de Escritores barcelonesa.

A través de los portales
www.ateneubcn.org/apadrinaunaparaula/ y www.escueladeescritores.com y hasta el próximo 21 de abril, todos los usuarios que lo deseen podrán introducir sus propuestas, así como apadrinar hasta cinco de las introducidas por otros, tanto en catalán como en castellano. Las opciones más votadas entrarán a formar parte de la reserva (www.reservadepalabras.org).


Entre las propuestas se encuentran las de los padrinos de honor, personas del mundo de la cultura que colaboran en el proyecto y que han apadrinado ya palabras como damajuana (Juan Marsé), zangolotino (Mercedes Abad), prístino (Albert Mangel) o pundonor (Carmen Calvo).



Antonio Gómez Ribelles: 'Las lagartijas guardan los teatros' (La Estética del Fracaso, Cartagena, 2021)

  La arqueología de la memoria Aquel largo pasillo desemboca  en una habitación igual a tantas  que no existen [Manuel Padorno] También hici...